miércoles, 3 de septiembre de 2014

Una tregua sin final previsto

 Parece que se alcanza una cierta paz en la zona. Un alto el fuego sin fecha de caducidad, pese a que la experiencia a puesto el finiquito a muchos intentos anteriores. ¿La paz?, eso es harina de otro costal. Los muertos en la refriega, con significativa desigualdad de medios bélicos, no se borran de la historia reciente ni del pensamiento y la memoria de los seres queridos ni de los cercanos en afectos y conciencia.

 Pasar página, que tanto repiten los políticos de todo signo, sin quitar los ojos de la misma línea en la que se quedaron tiempo atrás, pasar página no es fácil si no se resuelven cuestiones de fondo y forma que llevan pendientes de la atención real y el compromiso eficaz, desde hace décadas. El borrón y cuenta nueva, válido para riñas entre amigos, no funciona en cuestiones más gruesas.



 De fondo, en este territorio como en otros muchos de conflicto y violencia, está el tú, el otro, el diferente, el distinto, el desigual, el enemigo., Reconocimientos-desconocimientos que progresan indefectiblemente hasta alcanzar la negación del derecho a existir, o, a existir de otra forma, o, a pensar, creer, ser otra cosa, con libertad, capacidad de decisión y proyecto propios.

 La escusa es lo de menos: el credo, el sexo, la raza..., porque detrás está la tierra, la posesión de los bienes, la fuerza, el poder. Poder de unos, adquirido a base del no poder de los demás, poder de los menos frente a la no influencia en la decisión de casi nada de los muchos, de la mayoría.



 Al final, siempre terminan las luchas cuando los que tenían que ganar ganan, los que tenían más poder lo incrementan y a continuación ordenan, legislan, estructuran, planifican, de manera tal que los perdedores no remonten, no se opongan con fuerza, no puedan cambiar un estatus quo,que repite el punto de partida de la desigualdad, con los incrementos correspondientes a la buena gestión y que a su vez reproducen un estatus quo anterior, que a su vez..., en una espiral de concentración de poder ascendente y empobrecimiento en caída libre.

 Los discursos, elaborados desde la conciencia de la estupidez generalizada del oyente, emulan los logros, bendicen las medidas tomadas y se auto reconocen como solución de los males que aquejarían a la humanidad, que sin duda serían peores de no haber actuado a tiempo, con decisión, sin miramientos, sin compasión. ...¡Y el verbo se hizo falaz!.




 Hablábamos de cierta paz sin una paz posible. Seguramente hemos derivado hacia otras cuestiones no circunscritas al territorio que ha inaugurado la tregua sin fecha de caducidad, pero seguramente, se quiera o no, estábamos hablando de lo mismo.


Juan Luís Chillón Corbalán

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