Parece que se alcanza una cierta
paz en la zona. Un alto el fuego sin fecha de caducidad, pese a que la
experiencia a puesto el finiquito a muchos intentos anteriores. ¿La paz?, eso
es harina de otro costal. Los muertos en la refriega, con significativa
desigualdad de medios bélicos, no se borran de la historia reciente ni del
pensamiento y la memoria de los seres queridos ni de los cercanos en afectos y
conciencia.
Pasar página, que tanto repiten
los políticos de todo signo, sin quitar los ojos de la misma línea en la que se
quedaron tiempo atrás, pasar página no es fácil si no se resuelven cuestiones
de fondo y forma que llevan pendientes de la atención real y el compromiso
eficaz, desde hace décadas. El borrón y cuenta nueva, válido para riñas entre
amigos, no funciona en cuestiones más gruesas.
De fondo, en este territorio como
en otros muchos de conflicto y violencia, está el tú, el otro, el diferente, el
distinto, el desigual, el enemigo., Reconocimientos-desconocimientos que
progresan indefectiblemente hasta alcanzar la negación del derecho a existir,
o, a existir de otra forma, o, a pensar, creer, ser otra cosa, con libertad,
capacidad de decisión y proyecto propios.
La escusa es lo de menos: el
credo, el sexo, la raza..., porque detrás está la tierra, la posesión de los
bienes, la fuerza, el poder. Poder de unos, adquirido a base del no poder de
los demás, poder de los menos frente a la no influencia en la decisión de casi
nada de los muchos, de la mayoría.
Al final, siempre terminan las
luchas cuando los que tenían que ganar ganan, los que tenían más poder lo
incrementan y a continuación ordenan, legislan, estructuran, planifican, de
manera tal que los perdedores no remonten, no se opongan con fuerza, no puedan
cambiar un estatus quo,que repite el punto de partida de la desigualdad,
con los incrementos correspondientes a la buena gestión y que a su vez
reproducen un estatus quo anterior, que a su vez..., en una espiral de
concentración de poder ascendente y empobrecimiento en caída libre.
Los discursos, elaborados desde
la conciencia de la estupidez generalizada del oyente, emulan los logros,
bendicen las medidas tomadas y se auto reconocen como solución de los males que
aquejarían a la humanidad, que sin duda serían peores de no haber actuado a
tiempo, con decisión, sin miramientos, sin compasión. ...¡Y el verbo se hizo
falaz!.
Hablábamos de cierta paz sin una
paz posible. Seguramente hemos derivado hacia otras cuestiones no circunscritas
al territorio que ha inaugurado la tregua sin fecha de caducidad, pero
seguramente, se quiera o no, estábamos hablando de lo mismo.
Juan Luís Chillón Corbalán